Introducción:
Formación de Formadores orientada a la acción
La
necesidad de reordenar y actualizar la formación y el perfeccionamiento
profesionales de los formadores en los próximos años
se hace patente cuando se analizan las nuevas demandas de cualificación
que requiere la práctica docente. Estas nuevas demandas tienen
su origen en:
- los
cambios profundos que se han producido en el ámbito tecnológico
y en las estructuras organizacionales de las empresas, la modificación
de las formas de organización de los procesos de enseñanza
aprendizaje y el desarrollo y adaptación del propio contexto
didáctico al entorno formativo.
La
sociedad actual exige una formación profesional acorde con
los procesos de cambio (véase también gráfico
1, Procesos de cambio en la
formación profesional) que se están produciendo
en el ámbito social, económico, laboral y tecnológico.
Por ello, es necesario que el personal técnico docente adquiera
una sólida formación para poder dar respuesta a estas
nuevas exigencias, tanto en el terreno de los contenidos curriculares
como en las nuevas formas didácticas. La necesidad de formar
de una manera más específica al personal técnico
docente con competencias profesionales en situaciones tan diversas
como formación en centros de aprendizaje, talleres de aprendizaje
y en las mismas zonas de producción de la empresa, hace preciso
una redefinición de cuáles son las funciones y tareas
pedagógicas del formador.
(Véase
gráfico 2, Tareas pedagógicas
del formador).
Funciones
y tareas pedagógicas del formador o instructor

A lo largo de los últimos años, se ha realizado un
notable avance en lo que concierne a la formación de los
formadores o instructores. Antes la actividad principal del formador
se solía concentrar sobre todo en la transmisión de
los conocimientos técnicos (competencia técnica).
Con la reordenación de los nuevos Reglamentos de Formación
Profesional pasa a ocupar un primer plano la adquisición
de la competencia de acción profesional, aunque es preciso
indicar que la transmisión de conocimientos sigue siendo
un componente importante, sin embargo esta nueva orientación
formativa significa también un mayor radio de acción
de la competencia pedagógica por parte de los formadores.
Es obvio que la persona que quiera transmitir la competencia metodológica
o social, ha de conocerla y dominarla previamente.
- Capacitar:
En el sentido de transmitir conocimientos técnicos, destrezas,
habilidades psicomotóricas para la realización de
una tarea (es importante diferenciar el concepto capacitar
entendido como competencia técnica del concepto
educar).
- Educar:
El formador cumple también una función educativa
como modelo ideal a seguir. Representa unos valores sociales y
éticos que van a conformar en gran manera el desarrollo
del alumno o aprendiz.
- Evaluar:
No debe entenderse la evaluación como un instrumento meramente
selectivo, es decir, como realizar exámenes, test, etc.,
sino como la principal fuente de retroalimentación del
alumno.
- Asesorar:
Tenemos que tener siempre presente que cuando hablamos de formación
profesional inicial (Sistema Dual) nos estamos refiriendo a jóvenes
con edades comprendidas entre los 16 y 18 años y la función
del formador no se limita al asesoramiento técnico pedagógico,
sino que abarca también los aspectos psico-sociales. La
tolerancia, el respeto a la libertad, la creencia en el valor
del diálogo y consenso constituyen un conjunto de valores
fundamentales para la formación de los jóvenes y
el posterior desempeño de su actividad profesional.
- Innovar:
El término innovación implica en un principio, el
fomento de una cultura organizacional orientada a la solución
de problemas. Por ello, en la actualidad, la innovación
es una de las palabras claves para la dirección de las
organizaciones. Aunque el témino puede implicar una cierta
ambiguedad, ya que puede designar al mismo tiempo un proceso y
su resultado, la definición más extendida en el
contexto europeo de innovación es:
"Sinónimo
de producir, asimilar y explotar con éxito una novedad
en las esferas económica y social, de forma que aporte
soluciones inéditas a los problemas y permita así
responder a las necesidades de las personas en la sociedad".
En
este contexto el formador cumple con un rol muy importante como
moderador o fuente de introducción de nuevos criterios, métodos,
actividades, etc. Como se desprende de los expuesto, el término
innovación está extrechamente relacionado con el desarrollo
y fomento de las denominadas competencias técnicas y metodológicas.
Desde
el primero de noviembre de 1998 entró en vigor el nuevo Reglamento
de Aptitud Pedagógica y Laboral para Formadores. El aspecto
más significativo de este nuevo concepto pedagógico
radica en la vinculación de los problemas reales de la práctica
profesional con los métodos y estrategias de aprendizaje.
Las
nuevas exigencias de cualificación hacen cambiar obligatoriamente
los conceptos de roles establecidos. El formador deja de ser un
mero transmisor (intermediario) de contenidos que domina el proceso
de aprendizaje, para convertirse en un "asesor o moderador"
de los procesos de enseñanza aprendizaje autónomos
de los alumnos. La tarea principal del formador consiste en apoyar
el proceso de aprendizaje y no en dirigirlo. Y una de sus principales
funciones, en su nuevo rol, será la búsqueda de soluciones
técnicas creativas para incorporarlas a la práctica
formativa cotidiana. El perfil deseable de un formador deberá
ser el de un profesional capaz de analizar el contexto en el que
se desarrolle su actividad y planificarla, creando y desarrollando
secuencias de aprendizaje vinculadas a la realidad de la práctica
profesional. Tal como viene indicado en el nuevo Reglamento de Aptitud
Pedagógica:
"En
lugar de instrucción se ofrece asesoramiento, en lugar
de enseñar contenidos se ponen en marcha procesos de aprendizaje.
El objetivo debe ser preparar a los formadores para que desempeñen
su función como asesores de aprendizaje y planificadores
de procesos de aprendizaje y sepan transmitir el conjunto de instrumentos
metodológicos para tal fin ".
Como
ya se mencionó anteriormente, uno de los conceptos claves
ya contemplados en los nuevos Reglamentos de Formación Profesional
es el desarrollo y fomento de la competencia de acción profesional
por parte de los aprendices. Por consiguiente, la forma más
consecuente de adecuar los programas de formación de formadores
a los problemas reales de la práctica es, fomentar la capacidad
de acción profesional del futuro personal técnico
docente. Y con ello, se pretende dar una respuesta más adecuada
a los nuevos perfiles de cualificación por competencias.
Plan
Marco de Formación de Formadores

En base
al nuevo Reglamento de Aptitud Pedagógica y Laboral, el Instituto
Federal de Formación Profesional (BIBB) elaboró de
forma conjunta con los expertos designados por los interlocutores
sociales (organizaciones empresariales y sindicatos) un Plan Marco
de Formación de Formadores.
Este
Plan Marco no tiene un carácter normativo, sino más
bien de recomendación y está diseñado como
instrumento de apoyo (guía didáctica) para la realización
y estructuración de los cursos de preparación para
el examen de Aptitud Pedagógica y Laboral. El Plan Marco
supone un intento de racionalizar las fases y tareas de aprendizaje
que se consideran necesarias para alcanzar los objetivos antes citados.
El Plan establece la principales líneas de trabajo y es necesario
entenderlo como un marco de actuación que se irá concretando
en las diferentes fases del curso de Formación de Formadores.
El
principal objetivo de este curso para formadores es el desarrollo
de la competencia para la acción pedagógica. Dicha
competencia de acción pedagógica se ha de adquirir
durante el curso mediante la realización de ejercicios o
tareas reales y simulados. Para poder resolver estos ejercicios,
es necesario hacer uso de un procedimiento interdisciplinario, a
diferencia de los anteriores cursos que estaban estructurados por
materias o asignaturas. La sistemática por materias o asignaturas
se sustituye por una sistemática lógica, es decir,
en lugar de utilizar un enfoque por materias se aplica un enfoque
según los ejercicios reales planteados. La formación
de formadores deberá vincularse a los problemas reales surgidos
de la práctica. El modo más directo de lograr esta
vinculación es a través de un curriculum abierto,
dinámico, flexible y con un enfoque interdisciplinario (Véase
gráfico 3, Objetivos de
formación y perfeccionamiento para personal docente).
Siete
campos de actuación en la formación de formadores

Como se puede ver en el gráfico (véase gráfico
4, Los nuevos Reglamentos de Aptitud
de los formadores) el nuevo curso tiene una estructura modular
que se compone de siete campos de actuación:
Campo
de actuación: Fijar las bases generales
En
este primer módulo se trata sobre todo de tematizar los siguientes
aspectos:
- Ventajas
y desventajas de la formación en la empresa
- Factores
que influyen en la formación en la empresa
- Conocer
el marco jurídico de la formación profesional (Ley
de Formación Profesional, Ley de Protección de menores...)
- Conocer
los "actores" y organismos que participan y cooperan
en el ámbito de la formación profesional (Cámaras,
Oficinas de Orientación Profesional, Organizaciones Empresariales,
Sindicatos...)
- Requisitos
para el Certificado de Aptitud Pedagógica y Laboral
Campo
de actuación: Planificar la Formación Profesional
- Selección
de las profesiones en las que quiere capacitar la empresa
- Requisitos
de idoneidad que debe reunir toda empresa que capacita aprendices
- Modelos
de organización de procesos de aprendizaje
- Coordinación
de la formación en la empresa con la escuela de formación
profesional
- Elaboración
de un plan de formación en la empresa en base al correspondiente
Reglamento de Formación Profesional
- Establecer
un sistema de evaluación para los aprendices
Campo
de actuación: Contratar aprendices
- Establecer
los criterios de selección
- Participar
en la contratación de aprendices
- Realizar
entrevistas de selección
- Registro
del contrato de aprendizaje
- Planificar
el período de iniciación
- Planificar
el período de prueba
Campo
de actuación: Formar en el puesto de trabajo
-
Seleccionar y preparar los puestos de trabajo
- Preparar
de cara a los cambios en la organización del trabajo
- Dirigir
en la práctica
- Dirigir
el aprendizaje activo
- Fomentar
la competencia de acción
- Realizar
controles del éxito del aprendizaje
- Realizar
entrevistas evaluativas
Campo
de actuación: Fomentar el aprendizaje
- Dirigir
técnicas de trabajo y de aprendizaje
- Garantizar
el éxito del aprendizaje
- Evaluar
exámenes parciales
- Reaccionar
frente a comportamiento no deseados
- Considerar
las diferencias culturales
- Cooperar
con oficinas externas
Campo
de actuación: Dirigir grupos
- Presentar
ponencias breves
- Realizar
discusiones dirigidas
- La
formación basada en la moderación
- Selección
y uso de medios
- Fomentar
el aprendizaje activo en grupos
- Aprender
en equipo
Campo
de actuación: Concluir la formación
- Preparación
para los exámenes
- Requisitos
de inscripción para los exámenes
- Certificados
- Posibilidades
de perfeccionamiento profesional
- Participar
en los exámenes
- Cada
módulo representa un área de actuación del
formador.
- La
estructura del curso sigue un orden lógico, es decir, la
secuencia de los módulos se orienta de acuerdo al desarrollo
cronológico de la formación.
- Cada
módulo contiene una unidad didáctica cerrada, es
decir, cada módulo se puede impartir de forma independiente
del otro.
Planteamientos interdisciplinarios, como bases jurídicas,
selección y utilización de métodos y reflexiones
pedagógicas se transmiten de un modo integrado en el ejercicio
o tarea. Estos aspectos mencionados anteriormente se abordan en
cada módulo del curso, pero no como una unidad didáctica
autónoma, sino siempre haciendo referencia al ejercicio en
cuestión.
La duración recomendada del curso es de alrededor de 120
horas. Esto facilita indudablemente, una puesta en práctica
del curso poco intensa en costos y tiempo.
Este
nuevo concepto pedagógico permite que el formador se vaya
familiarizando con los campos de actuación de su futura actividad
profesional y que pueda "ejercitar" estas tareas en base
a un procedimiento estructurado. Como se puede observar (véase
gráfico 5, Principios de
conceptos de formación orientados a la actuación),
los campos de actuación del formador constituyen el nexo
entre las áreas de trabajo en la empresa y las diferentes
situaciones de aprendizaje. El formador, como condición indispensable
para el buen desempeño de sus funciones, debe tener un alto
grado de capacidad de actuación, de reflexión sobre
su práctica y de adaptabilidad a las diferentes situaciones
didácticas.
Entender
la actividad del formador como la intersección entre la teoría
y la práctica, supone concebir la formación y las
acciones formativas como procesos o actividades que precisan del
análisis y de reflexiones sobre la propia práctica.
Ello exige poseer un conocimiento complejo, dinámico y práctico,
no sólo de un saber y un saber hacer, sino también
de un saber actuar (competencia para la acción pedagógica).
La competencia para la acción pedagógica la podemos
definir como "la capacidad personal adquirida que faculta a
la persona para que ésta pueda desarrollar planes de acción
reales y ponerlos en práctica de forma eficiente".
No
encontramos, por tanto, ante un formador que debe entender el plan
de aprendizaje (curriculum) como algo dinámico y abierto,
que esté en disposición de poder actuar, acomodando
sus actuaciones a las necesidades concretas de cada situación
didáctica (Véase gráfico 6, Principales
características de una actuación).
Para
la puesta en práctica de este nuevo concepto de formación
de formadores, es preciso tener en cuenta seis requisitos con el
fin de garantizar la orientación a la acción.
Requisitos
para la puesta en práctica de una formación orientada
a la acción

Estructuración
del curso en siete campos de actuación
El
curso para formadores, a diferencia de los diseños anteriores,
ya no se estructura por materias o áreas de especialización,
sino que se orienta en función de las actividades, tareas
y secuencias que debe desempeñar todo formador. Lo que se
pretende es buscar la forma más consecuente de adecuar los
programas de formación a los problemas de la práctica
profesional.
Coordinación
de los conocimientos con las tareas de los formadores
Como
suele ser usual en todo proceso didáctico orientado a la
acción, a cada tarea o ejercicio le corresponden unos conocimientos
determinados.
Diferenciación
de los contenidos en función de los requisitos de las empresas
de los participantes
Es
evidente que la diversidad de la estructura empresarial pequeñas,
medianas y grandes empresas - es un factor que hay que tener presente
a la hora de realizar las tareas o ejercicios. A modo de ejemplo,
un formador de una empresa pequeña no debería realizar
un plan de rotación de aprendices por las diversas áreas
de producción de una empresa grande, sino en función
de las peculiaridades específicas de las pequeñas
empresas. Sin embargo, la diversidad de planteamientos puede ser
muy útil para que todos los participantes del curso puedan
tener una visión global de las diferentes formas de organización
del aprendizaje.
Aplicación
de diferentes métodos de enseñanza aprendizaje
Una
formación orientada a la acción implica la aplicación
de nuevos métodos de enseñanza aprendizaje que fomenten
la capacidad de autonomía, pensar estratégicamente,
capacidad de resolver problemas, capacidad organizativa, disponibilidad
a la cooperación, espíritu de equipo, etc.. Por ello
es muy importante que todos los participantes aprendan a utilizar
todas estas metodologías, muchas veces nuevas para ellos,
en las mismas clases del curso. Métodos que pueden abarcar
desde el método de proyectos, mapas conceptuales, textos
guías hasta islas de aprendizaje.
Reflexiones
previas y posteriores como marco metodológico
Independientemente
de los métodos de enseñanza aprendizaje innovativos
es importante que los formadores fomenten entre los mismos aprendices
un modo de proceder reflexivo y orientado a los objetivos. Se trata
sobre todo de iniciar un proceso de reflexión entre la diversidad
de métodos y los contenidos que se quieren impartir.
Aplicaciones
modelo y recomendaciones de formas de enseñanza aprendizaje
El
objetivo es ofrecer a los formadores sugerencias o recomendaciones
sobre qué métodos son los más apropiados para
llevar a la práctica la realidad formativa. (Véase
gráfico 7, Seis requisitos
destinados a garantizar la orientación a la actuación)
4. Métodos didácticos

El nuevo concepto de formación orientada a la acción
formulado y contemplado en los nuevos Reglamentos de Formación
Profesional significa un cambio esencial en los planteamientos
didáctico metodológicos anteriores a la reforma. La
implementación de este nuevo enfoque dentro del Sistema Dual
alemán ha conllevado toda una serie de nuevos planteamientos
didáctico metodológicos tanto para la formación
en la escuela como en la empresa.
Estos
nuevos planteamientos se ponen de manifiesto a nivel de la empresa
en:
"la
reconversión de puestos de trabajo en puestos de aprendizaje
a través de islas de producción, islas de aprendizaje,
empresas junior, juegos de planes, etc y en
la mayor disponibilidad de márgenes de libertad para el
aprendizaje autodirigido y el aprendizaje por descubrimiento y
en una profesionalización del formador como asesor del
aprendizaje".
A
nivel de la escuela de formación profesional en:
"el
desarrollo de situaciones de aprendizaje que hacen posible la
representación auténtica, simulada y/o simbólica
de tareas de trabajo, el
afianzamiento de la complejidad cognoscitiva, desarrollo de la
flexibilidad y movilidad individual, así como de la competencia
de comunicación de los alumnos a través de procesos
de enseñanza inductivos, interdisciplinarios y que fomenten
la transferencia, la ampliación de las competencias genéricas
interdisciplinarias, el cambio del rol del profesor como asesor
del proceso de enseñanza aprendizaje".
La
ampliación de las competencias pedagógicas se convierte
en un requisito imprescindible para el personal de formación,
debido en gran parte al cambio del rol del formador. Como se puede
observar (véase gráfico 8, Formación
convencional versus orientada a la acción) el paso de
una formación convencional versus orientada a la acción
hace que cambie el rol de formador en este caso actuando como asesor
o moderador que proporciona no sólo conocimientos, sino más
bien ideas, reflexiones, con el fin de que sea el propio alumno/aprendiz
quien encuentre la solución mejor y más viable para
su propia tarea. Tal como se especifica en el Plan Marco
"el
objetivo de la cualificación debe ser preparar a los formadores
para que desempeñen su función como asesores y planificadores
del proceso de aprendizaje y transmitir el conjunto de instrumentos
metodológicos para tal efecto."
Al
formador le corresponde una difícil misión: ser su
propio formador y facilitar la formación de los demás
en un entorno laboral cambiante. Desde el punto de vista metodológico,
esto significa un reto para todo el personal formador, ya que esta
innovación pedagógica hace necesaria la utilización
de nuevos métodos de enseñanza aprendizaje que garanticen
y afianzen el logro de estos objetivos.
La selección
de los métodos didácticos que vamos a aplicar, siempre
en el contexto de una formación orientada a la acción,
debe responder a los principios básicos siguientes:
- Fomentar
entre los alumnos/aprendices la capacidad de saber abordar y analizar
determinados contenidos.
- Fomentar
la emancipación del alumno.
- Influenciar
al alumno de tal manera que cada vez sea menos necesaria la intervención
del formador.
- Fomentar
la adquisición de la competencia de acción profesional
mediante la resolución de tareas o ejercicios reales.
Cuando programamos
la acción formativa decidimos en función de los objetivos, qué métodos
didácticos vamos a aplicar. En nuestro caso concreto, cuando nos
referimos a la adquisición de cualificaciones orientadas a la acción
disponemos de una diversidad de métodos didácticos como el método
del texto guía, estudio de casos, aprendizaje orientado a pedidos,
islas de aprendizaje, islas de producción, etc., que facilitan y
fomentan la implicación activa del alumno en el proceso de aprendizaje,
es decir, se basan en la acción o actuación del alumno.
No obstante
y desde la perspectiva de la formación profesional alemana, el concepto
metodológico más conocido y utilizado es el método de proyectos.
Este método didáctico permite desarrollar lo que podríamos denominar
"el modelo ideal" de una acción completa con las seis fases: informar,
planificar, decidir, realizar, controlar, valorar. (Véase
gráfico 9, Modelo de una acción completa)
¿Qué entendemos
por acción o actuación completa? Poner en práctica (a modo de ejemplo,
a través de las diferentes fases del proyecto) los conocimientos
técnicos, (competencia técnica), la competencia metodológica (planificación
y diseño de las fases del proyecto), la competencia social (cooperación
con otros miembros del proyecto) y la competencia individual (disposición
para el trabajo, confianza en sí mismo). En realidad, todos estos
métodos didácticos mencionados anteriormente pueden tener, dentro
de nuestro enfoque orientado a la acción, un denominador común:
romper con la tradicional división por materias y combinar la diferentes
áreas de actuación de tal modo que faciliten un aprendizaje autodirigido
y metódico-operativo, un aprendizaje interdisciplinario e integral,
cuyo principal objetivo es desarrollar la adquisición de competencias.
Como indicó
recientemente B. Ott, " los nuevos requisitos de cualificación y
de desarrollo de competencias hacen necesarios también nuevos métodos
de enseñanza y aprendizaje centrados en los problemas y en la actuación".
(Véase gráfico 10, El ciclo de
la formación y la reflexión orientadas a la actuación)
Son muchos los
argumentos que hablan en favor de fomentar una formación orientada
hacia la actuación práctica. Y dentro de este contexto debe enmarcarse
el nuevo perfil del formador como moderador, asesor que contribuye
a la "construcción del conocimiento" por parte del alumno. (Véase
gráfico 11, Líneas de Desarrollo en los Procesos de Aprendizaje
Profesionales ).

5.
Estructuración del nuevo reglamento de exámenes para el certificado
de Aptitud Pedagógica y Laboral
El nuevo examen
de Aptitud Pedagógica y Laboral tiene, como la misma estructuración
del curso de Formación de Formadores, una vinculación eminentemente
práctica, es decir, orientado a la acción. Un principio clave en
todo reglamento de exámenes moderno debe ser hacer un diseño de
los exámenes más orientado a la práctica.
El examen debe
ser un fiel reflejo de las prácticas formativas y de este modo lograr
una adaptación de los estándares de los exámenes a los estándares
modernos de la formación profesional.
El nuevo Reglamento
de exámenes prescribe la necesidad de acreditar las correspondientes
aptitudes de pedagogía profesional y laboral en los siete campos
de actuación mencionados anteriormente.
El examen se
compone de una parte escrita y de una parte práctica (véase gráficos
12: El concepto de examen I y 13, El concepto de examen I I). Con
la reforma del examen de Aptitud Pedagógica y Laboral se ha logrado
una reducción considerable del tiempo que se necesitaba para la
realización de dicho examen. La duración del examen escrito se ha
reducido a tres horas.
Este nuevo concepto
hace que el examen para la obtención del certificado de Aptitud
Pedagógica y Laboral sea mucho más fácil de aplicar y que esté mucho
más orientado a las necesidades de los "usuarios". También significa
la aplicación de nuevos estándares en la cualificación de los formadores
y fijar los fundamentos para una formación de formadores basada
en la práctica profesional y que esté en consonancia con los tiempos
actuales. Con este nuevo concepto de cualificación también se ha
puesto de manifiesto que la formación de personal en el ámbito de
la formación profesional no sólo se limita a ir al compás de los
procesos de modernización, sino que también puede aportar sus propios
impulsos a la innovación.

6.
Referencias bibliográficas
Herraiz, M.
L. (1994). Formación de Formadores. Montevideo: CINTEFOR.
Dupont, G.
& Reis, F. (1991). La Formación de Formadores. Berlin: CEDEFOP.
Birkenbihl,
M. (1994). Formación de Formadores. Madrid: Editorial Paraninfo.

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